sábado, 24 de enero de 2009

AMBITO FINANCIERO: IDAS Y VUELTAS CON MASSA. REAPARECE ALBERTO FERNÁNDEZ. AMBIGÜEDAD CON EL AGRO

Mundo Kirchner: lágrimas, un regreso y el joven brillante

Por temporadas, Néstor Kirchner y Sergio Massa se eligen como el blanco de sus maldiciones. El péndulo cambió hace pocas horas, cuando tras un áspero encuentro en Olivos el ex presidente y el ministro pasaron de un período tóxico a una etapa menos turbia.
Es el recreo de una escalada endemoniada en la que el ex presidente descargó palabras envenenadas contra Massa y éste, como contragolpe, avanzó otro casillero en su desafío y amenazó con abandonar, de un portazo y no precisamente en silencio, el Gobierno.
Adicto a las diabluras, Kirchner posó sus garras sobre un asunto que apasiona al jefe de Gabinete: el canje de los Préstamos Garantizados y con los holdouts. Entre guiños, el patagónico se pregunta por qué no puso el mismo empeño cuando se eliminaron las AFJP.
Ese episodio, como coronación de otros sucesos, produjo un quiebre en el ex presidente. El joven brillante que logró fascinarlo por su astucia política y su eficiencia en la ANSES se reveló como una figura con demasiada autonomía para el paladar K.
Un duelo generacional que remite, con las más que obvias salvedades, a los años 70: como a Juan Domingo Perón, a Kirchner la «juventud maravillosa» empieza a traumatizarlo con sus desafíos abiertos. ¿Llegará al extremo de expulsar a los «imberbes»?
Se pone en boca de Kirchner el término decepción. No tiene, en este caso, a quién culpar: fue él quien rescató -luego de dos intentos fallidos, uno para suceder a Miguel Peirano- a Massa de la Municipalidad de Tigre y lo adornó con beneficios que, hasta ahora, no efectivizó.
Un caso testigo: la salida de Guillermo Moreno. Cuenta la historiografía doméstica que Massa pidió la cabeza del secretario como condición para reemplazar a Alberto Fernández. «Está bien -dijo Kirchner-, pero al que viene no lo ponés vos, lo pongo yo». Nunca ocurrió.
Esa es una de las razones que arguye el jefe de Gabinete además de una casi infinita ristra de diferencias con los modos de los Kirchner: se distancia en lo macro y en lo micro. Desde la relación con el campo hasta el manejo comunicacional de la salud presidencial.
«Me vuelvo a Tigre», repite Massa cuando lo sondean sobre si será candidato en octubre, como si fuese el éxodo a una tierra bendita. Kirchner no le cree: «En política, nadie se suicida».
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Así y todo, lo cual es un motivo de la irritación del patagónico, Massa es una pieza relevante del dispositivo electoral K. Es el plan B en caso que no sea él mismo -algo que no afirmará ni negará hasta julio-. O llegado el caso, su número dos.
Entre la nostalgia y la necesidad, con el condimento de los desencuentros entre Kirchner y Massa, Kirchner volvió a cobijar como uno de sus preferidos a Alberto Fernández, por ahora con la función exclusiva de «armar» en la Capital Federal pero con planes a futuro.
Enemistado con los hermanos Ibarra y descartada la alternativa de Jorge Telerman, el ex presidente devolvió el sello K a su ex jefe de Gabinete. El diálogo es frecuente y las consultas exceden lo partidario y lo porteño. No falta quien imagina a Alberto otra vez en el staff oficial.
No será candidato. Ese podio tiene nombre y apellido: nada, por ahora, parece poder evitar que la estrella electoral del kirchnerismo en la Capital Federal sea Amado Boudou, a quien Kirchner, a pesar de la amistad que une al titular de la ANSES con Massa, computa como tropa propia.
Pura inquina, ha llegado a remitir órdenes al jefe de Gabinete con Boudou como correo. Un juego de entrecasa.
Ninguna humorada, en cambio, dedica el patagónico al conflicto con el campo. A desgano, con múltiples condiciones, aceptó las sugerencias de convertir la tragedia de la sequía en una oportunidad para declarar un armisticio unilateral con los chacareros.
Lo hizo, con reparos, pero su naturaleza íntima es otra. Quedó claro tras una charla que mantuvo en estos días con dirigentes que pasaron por la quinta de Olivos. De hecho, en el Gobierno nadie se atreve a garantizar con alguna certeza la durabilidad de la tregua.
-Néstor: con la sequía, la situación en el campo es durísima -dijo un visitante.
-Que rieguen la tierra con sus lágrimas -respondió Kirchner.
No hay una pizca de pretensión poética en sus palabras.

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