
Nadie puede negar que por donde pasa, el tipo deja su sello. En pocos años ha dirigido la ANSES, la intendencia de Tigre (sigue siendo intendente con licencia) y el Club Tigre -durante su gestión el ascendió a Primera División-. Se llama Sergio Massa, es el jefe de Gabinete de Cristina Fernández de Kirchner e integra en el cuarto puesto (detrás de Néstor Kirchner, Daniel Scioli y Nacha Guevara) la lista de candidatos a legisladores por el Frente Justicialista para la Victoria. Está casado con Malena Galmarini y tienen dos hijos: Milagros, de 6 años y Tomás, de 4.
Esta charla con Pronto tuvo lugar el 25 de Mayo, en medio del recital que el Chaqueño Palavecino, Soledad y Los Nocheros brindaron ante más de 70 mil personas, en el predio del Club Náutico Acoja en Tigre. Minutos antes, junto con el intendente de Tigre, Julio Zamora, inauguró en la zona un circuito ciclístico y la nueva rotonda de acceso a la ciudad.
-Empecemos por poner en claro como es eso de ser hincha de dos clubes, Tigre y San Lorenzo.
-Cuando era chico era simpatizante de San Lorenzo. Pero si te involucrás a fondo con el club de tu barrio, al que vas a ayudar, te terminás enamorando. Cuando nosotros nos metimos en la entidad, Tigre estaba muy mal. Cuando llegamos estaba en la B y a punto de irse a la C. Trabajamos mucho para que avanzara y creciera. Hoy estamos orgullosos de verlo en la Primera A. Fue por eso que si bien era de San Lorenzo, me enamoré de Tigre. Soy de Tigre y no hay problema…si las camisetas tienen los mismos colores.
-Hubo muchos que del peronismo pasaron a defender ideas presuntamente liberales, influenciados por Alzogaray y la UCeDé. Usted hizo el camino inverso: de la UCeDé pasó al peronismo.
-Es cierto. Cuando tenía 16 años estuve en la UCeDé, pero a partir de los 18 años me fui compenetrando más en la política y tomé conciencia de que el único movimiento en la Argentina que tiene la capacidad de transformarle la vida a la gente es el peronismo. Llevo a mis hijos al colegio, entro en los bares, en los cafés. Camino las plazas, hablo con los comerciantes, con la gente en los barrios. Ese es mi termómetro para saber que les falta, que necesitan, que hay que mejorar. La política es servicio y no tiene que perder nunca el termómetro con la gente. Trato de estar atento, de no perderlo.
-Ser un hombre es una ventaja, pero usted mantiene un ritmo arrollador difícil de seguir. ¿Cuál es el secreto?
- A veces pienso y me digo que el día debería tener o tres horas más. Las utilizaría para descansar -se ríe-. Pero en realidad creo que vale la pena hacer el esfuerzo cuando uno puede concretar obras. Hay mucha gente que tiene poco y nada, que necesita agua potable, salud, escuelas, vivienda y pavimento, pero también cultura y entretenimiento. No sabés qué contento me pone que hayamos orga¬nizado este recital con Los Nocheros, el Chaqueño Palavecino y Soledad. La mayoría de la gente estaba enloquecida porque no podría acceder a un espectá¬culo así, no lo puede pagar

-La oposición puede decir que este re¬cital fue un acto electoral.
-Que nos critiquen por hacer no me mo¬lesta. La gente distingue entre los po¬líticos que hacen y los que hablan. Yo soy un tipo de hacer, me gusta empujar, crear, pensar cosas que le sirvan al pue¬blo. A los políticos que nacen para cri¬ticar les gusta hablar, y a mí me gusta mucho más hacer que criticar. Por eso en mis 37 años hice todo lo que hice.
-Parece que anda apurado.
-(Se rie.) ¿Sabés lo que pasa? Siempre tuve claro lo que quiero. Cuando entré en la gestión pública, lo hice con la in¬tención de lograr cambios concretos en la vida de la gente. Me pasó en la Anses con los jubilados, hoy todavía tengo una rela¬ción maravillosa con ellos. Lo mismo me sucede con los vecinos de Tigre, que es mi aldea, mi lugar en el mundo. Y siento lo mismo con los socios del club.
-¿Qué dice la familia de su estilo? ¿Acepta o reclama?
-Y, es como toda familia... Acepta, com¬parte y a veces reclama. Trato de hacer¬me tiempo para todo.Siempre les doy calidad en el afecto. Mi mujer trabaja al lado mío, viene de una familia militan¬te, que siempre estuvo involucrada en la vida política argentina. Mis hijos son chicos, pero desde que nacieron cono¬cieron esto. Los amo y trato de mejorar las cosas para que ellos también vivan en un mundo mejor. Pero esta es la vida que elegimos con Malena, esta es la vida que me toca. Al que le gusta el durazno, que se aguante la pelusa.
-Se comentó que usted no estaba de acuerdo con las candidaturas testimo¬niales, que no quería ir en la lista y que Kirchner lo presionó.
-No. Si voy es porque estoy de acuerdo. Tengo mucho compromiso con el país y soy de los que piensan que uno no tie¬ne que especular de manera personal. A los 27 años me ofrecieron ser director de la Anses. Muchos me decían que estaba loco, que era el final de mi carrera po¬lítica. Asumí el compromiso y pasé seis años maravillosos, trabajando y hacien¬do. Crecí personalmente y creció la segu¬ridad social en la Argentina. Después mis vecinos me eligieron intendente. Luego Cristina me convocó y pedí licencia, más allá de que sigo en contacto con los veci¬nos. Bueno, ahora llegó el momento de poner el cuerpo, el alma y el corazón para que la Argentina siga en el rumbo que va: una política económica que priorice a. la gente, a los trabajadores y a las empresas.

-¿Evaluó asumir como legislador, en caso de ser elegido?
-Estamos defendiendo el proyecto que sacó a la Argentina del pozo. Voy a ha¬cer lo que los vecinos de Tigre me pidan, como hice siempre.
-La crisis global nos afecta a todos. ¿Cuánto daño puede causar entre no¬sotros?
-A esa crisis la tenemos aquí, pero no con la virulencia que atacó en los otros países y fundamentalmente en el denominado Primer Mundo. En el mundo se han per¬dido 50 millones de puestos de trabajo y se calcula que esa cifra va a ser mucho mayor. La Argentina, gracias a las políti¬cas implementadas por el gobierno, tiene una capacidad enorme para enfrentar esta crisis y para salir adelante. Uno no pue¬de vivir del pasado, pero es bueno tener memoria de las experiencias por las que atravesamos.
-De Narváez, Macri y Carrió insisten en que esto va para peor y el gobierno no reacciona.
-Hace cinco años que dicen lo mismo. ¿Por qué no reconocen que en cinco años se incorporó un millón anual de personas al mercado del trabajo? Por más que no lo reconozcan, la Argentina crece.
-Luego de muchas idas y vueltas, en la Capital ya hay gran cantidad de carto¬neros uniformados con franjas incan¬descentes para que no corran peligro en medio del tránsito.
-Eso está muy bien. Tenemos que ordenar todos los factores del trabajo formal e in¬formal. Esa es la mejor manem de no es¬tigmatizar a los desposeídos. Hay que tra¬bajar para que esa gente, además de tener la oportunidad de ganarse la vida, se sienta digna. Acá, en Tigre, los cartoneros están organizados en cooperativas, nos conoce¬mos todos y trabajamos con ellos.
-Ahora hablemos de inseguridad, un tema que nos preocupa a todos.
-Me voy a manejar con hechos concre¬tos. La propuesta que hacemos es la que llevamos a cabo en Tigre. Tenía¬mos 12 patrulleros viejos, hoy tenemos 40 nuevos. Teníamos 190 policías, hoy tenemos 430. Contratamos a 170 poli¬cías retirados, los subimos a móviles municipales, pusimos 250 cámaras y los hechos delictivos bajaron sustan¬cialmente. Volvemos a lo que te dije antes: hacer más que hablar, esa es la única solución.
-Perón solía decir respecto de las aspi¬raciones políticas que "todo peronista lleva en su mochila el bastón de ma¬riscal". ¿Esto es cierto en su caso?
-Sí, seguro que lo tengo. Y es un sueño y un honor tener ese bastón.
-¿A dónde lo puede llevar ese bastón de mariscal?
-No tengo problemas en ir a ningún lado. Eso va a depender de lo que quiera la gente.
Daniel Feuer
Fotos: Patricio Haimovici
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